No cabe duda que nuestras entidades gubernamentales locales han vuelto un campo de batalla entre los intereses privados y el pueblo en donde suelen ganar los actores que más dinero e influencia tengan — es decir las grandes corporaciones y sus aliados neoliberales.

Cada dos años nos topamos nuevamente con las elecciones locales que siempre o casi siempre nos dejan con las ganas de ver algún cambio o por lo menos algo nuevo e inesperado. Tristemente en años pasados hemos visto una y otra vez como las elecciones locales son dominadas por las y los funcionarios actuales que buscan permanecer otro rato más en el poder o bien por un candidato o candidata perteneciente a alguna dinastía política (real o imaginada) o por el candidato predilecto de algún interés privado que busque lucrar de una manera u otra mediante el influyentismo. No es necesario citar un ejemplo en particular de este fenómeno, ya que los casos son tan obvios como abundantes. Y tal vez por esa razón es que vemos año tras año una pésima participación en las urnas que, en promedio, no rebasa el 15% en cuanto al porcentaje de votantes registrados en el padrón electoral. Cuando el gobierno ya no es del pueblo ni sirve al mismo, las elecciones —y hasta las propias instituciones— vuelven una farsa de la democracia.

Así que cuando vemos unas contiendas que sí despiertan pasiones entre miembros de la comunidad y donde hay candidatos que parecen tener un verdadero compromiso con el pueblo, nos alegramos. Tal es el caso de las elecciones para la junta de gobierno del distrito escolar independiente de San Antonio (SAISD, por sus siglas en inglés). En años pasados, estas contiendas han dado poco de qué hablar, pues en muchos casos los actuales funcionarios han sido electos sin oposición o se ha tratado de una contienda entre un candidato o candidata bien financiada que lleva años en la esfera pública contra un opositor desconocido con pocos recursos. Esta vez, tras varios años de enfrentamientos entre los actuales miembros de la junta de gobierno de SAISD y el sindicato de maestras, maestros, y personal escolar (San Antonio Alliance)—que en el último año alcanzaron un punto álgido debido a la controversia en torno a la pandemia, las políticas anti-COVID del distrito escolar, y su impacto en la salud de las y los maestros y estudiantes—el sindicato junto con una coalición de estudiantes y padres y madres de familia decidió apoyar a tres candidatas y un candidato con estrechos nexos al mismo sindicato y así desafiar de manera tajante a los actuales miembros de la junta, que en su mayoría han sido objeto de fuertes críticas por parte del sindicato y miembros de la comunidad. Cabe mencionar que mucha de la tensión entre la junta de gobierno y el sindicato se debe a un constante conflicto sobre la gestión del superintendente Pedro Martínez y sus políticas neoliberales que han provocado el cierre de escuelas y los despidos de maestros y personal escolar.

Si bien los asuntos en torno a la educación pública son complejos pues el gobierno estatal y su constante negligencia tiene un papel grande en el asunto, podemos ver cómo estas elecciones para la junta de gobierno han destilado algunos temas relevantes. Primero, hay un fuerte contraste entre los intereses privados, que apoyan la agenda neoliberal de la actual junta, y los intereses comunitarios colectivos que se ha manifestado en el activismo sindical y estudiantil. Segundo, se puede apreciar la creciente influencia del dinero en estas contiendas, pues el sindicato ha contribuido una suma importante de apoyos monetarios para promover a sus candidatos, y por otra parte los actuales miembros de la junta siguen contando con el apoyo de los grandes intereses privados, por ejemplo, el billonario Charles Butt y su fundación que contribuyen profusamente a una amplia gama de actores políticos. Es muy interesante ver que, por una parte, los candidatos sindicalistas, que son principiantes en la política, han despertado tanta energía en sus contiendas sin duda debido a su activismo. Sin embargo, hay que preguntarnos, ¿habrían recibido tanto interés del público y de los medios sus campañas si no hubieran contado con las contribuciones del sindicato? Por otra parte, los actuales miembros de la junta de gobierno de SAISD, que sin duda no despiertan la misma admiración del pueblo, tampoco estarían en el poder sin el respaldo de sus adinerados aliados del sector privado.

Es bueno que las y los sindicalistas hayan asumido un rol político más visible y fuerte y sin duda sus motivos para lanzarse a la política nacen de su compromiso con el pueblo. Es bueno contar con la fuerte presencia del sindicalismo en nuestras comunidades e instituciones para que la clase trabajadora tenga una fuerte voz en la toma de decisiones y el manejo del entorno laboral. La filantropía privada también tiene su papel pero nunca debe incurrir en el influyentismo.

Sin embargo, el papel de las contribuciones políticas es preocupante. Hay que siempre tener en cuenta que el dinero tiene efectos corrosivos en nuestra democracia, y no podemos permitir que el sufragio y el poder del pueblo sean suplantados por la influencia descontrolada y el dinero que tarde o temprano estarán al servicio de intereses privados. Nuestros distritos escolares enfrentan serias dificultades, muchas de ellas ligadas a la pobreza y la desigualdad racial, y parece haber una constante carencia de dinero y recursos. Sin embargo, durante la temporada electoral vemos una creciente ola de contribuciones a las campañas y candidatos, dinero que se esfuma en la publicidad. Obviamente, en una ciudad que cuenta con más de un millón de habitantes, el financiamiento de campañas políticas es necesario. Pero debemos preocuparnos por la falta de un sistema de financiamiento electoral público transparente que sería más equitativo y ayudaría a contrarrestar la creciente ola de grandes contribuciones políticas privadas. Si creemos en la democracia, hay que fortalecer y fomentar la participación ciudadana masiva mediante sistemas de votación alternativos como el voto aprobatorio, financiamiento público para campañas políticas, representación proporcional, y otros cambios que se podrían implementar a nivel municipal. Debe ser el pueblo el que decida y no los que más dinero e influencia tengan.