Nadie puede negar las altas temperaturas que hemos disfrutado, y/o sufrido durante el verano. Finalmente, parece que la proximidad del otoño nos dará un poco de paz. NO, las guerras de aquí o allá, no parecen tener esperanza de solucionarse en un tiempo cercano. Pero al menos, las guerras de termostatos podrían ver una pequeña tregua.

El poder disfrutar de aire acondicionado, es sin lugar a duda, uno de los más increíbles placeres que el avance de la tecnología, nos ha permitido disfrutar. Sin embargo, como todos los beneficios de nuestra vida, también tiene un costo.

Desde luego, uno de esos costos, son las aterradoras cifras que se reflejan en las cuentas de servicios, que nos llegan a final de mes. Y ni que decir de las mencionadas guerras de termostatos, en los que los calurosos hot blooded demandan temperaturas muy parecidas a las del invierno en pleno verano. Y conozco a algunos de ellos como los mismos que requieren temperaturas de 80 o más, durante los días fríos. O lo que siempre me ha parecido una aberración, el estarse muriendo de frio en una conferencia, o en una sala de cine. Que por cierto, incluso en algunos cines, venden además de palomitas, ¡Cobijas¡

Pero cuando estas ‘asimetrías térmicas’ se dan en algunos salones de clases que están a menos de 70 y después los niños salen al recreo a temperaturas por arriba de los 100. No es de extrañar que la frecuencia de problemas respiratorios se dispara durante el regreso a la escuela. Aunque no podemos minimizar el componente de ‘grupo’ en el que, particularmente entre los mas pequeños, los salones se convierten en casi sitios de guerra biológica, con disparos de estornudos y tos.

Sí, es cierto que este verano ha batido muchos récords. Y no niego que efectivamente, nuestro mundo tiene y ha tenido, oscilaciones en temperaturas, durante su evolución. ¡Pero, de ahí a que nuestra huella de carbono no tenga ninguna responsabilidad…Por favor!

Y para complicar más la situación, esa misma alza de la temperatura de nuestro planeta, da lugar a un aumento en el consumo de energía, que da lugar a un aumento en la producción de contaminantes, que da lugar a…etc. Pero dejemos a un lado, esa parte del problema, al que no le veo solución; por lo menos a corto plazo.
Recuerdo hace muchos años un slogan que pedía, para ayudar en la crisis de energía: “Ayuda un poco, apagando un foco”. La frase era linda y pegajosa, pero no creo que haya tenido mucho impacto en la realidad. ¿Pero no sería más fácil que los ‘calurosos’ usaran ventiladores personales, que pretender bajar la temperatura de toda una casa, oficina, o incluso edificio?
No, no creo que mi recomendación vaya a tener mucho impacto tampoco… Pero quien sabe, a lo mejor alguien considerará el ‘ayudar un poco, apagando un foco. O quizá incluso, que el verano no tiene que ser tan frío.